Ayel el día me dió un respiro y pude leer el periódico tranquilamente mientras comía: santa soledad de las comidas en solitario sumido en los propios pensamientos.
Leí divertido que Eduardo Zaplana pasó como gastos de protocolo de su ministerio varios tickets del Caprabo de la Castellana 240. Los importes son de 16,18€ en el caso del primer ejemplo, y 58,79€ en el segundo caso.
Claro. Dado el contenido de los tiquets y de la cercanía del domicilio del gastador, se ha especulado que podría tratarse de gastos particulares de don Eduardo, que, en tal caso, se estaría presentando ante la opinión pública des país como un consumidor de chicles de categoría olímpica.
Pero parece que no. Que los gastos no eran para su domicilio. Preguntado sobre el origen de esos gastos, Zaplana responde que se trata de «compras realizadas por el personal del ministerio, para consumo del propio ministerio, como es habitual en todos los ministerios. O a la celebración en el ministerio de cenas y comidas oficiales de trabajo«.
Si se trata, entonces, de compras realizadas por personal del ministerio para consumo propio del ministerio, no veas las juergas que se pegan los Directores, Secretarios y Subsecretarios de Estado. Dado el contenido de las compras, pues, no sería descartable que se hubiese producido en algún momento un concurso de «A ver quien hace la pompa de chicle más grande», con resultado y ganador desconocido para el gran público.
Además, dice don Eduardo que este tipo de compras son habituales en todos los ministerios. Imagínate a los del ministerio de Exteriores ahí con su mermelada de albaricoque y sus chicles a media tarde, o los del ministerio del Interior con sus latitas de atún y sus patatas Lay’s. Y los de asuntos sociales con sus pollos enteros y sus pescadillas.
– ¿Donde vas, Gutierrez?
– Voy a acercarme a Turismo, que hoy hay concurso de bombas de chicle.
– Ya, me lo dijo el ministro el otro día cuando me lo encontré en el Dia % comprando unos zumos de piña.
– Mira que son cutres. Nosotros al menos vamos al Caprabo…
En fin…
Por otro lado, no negaré que a mi Zaplana me parece un individuo siniestro. Tanto moreno y tanta gomina no pueden esconder nada bueno. Sobretodo desde que escuché aquella grabación en la que, sin pudor decía aquello de » Le pides dos millones de pelas o tres de lo que quieras…lo que te dé , y me das la mitad bajo mano « en el caso Naseiro. Si a alguien le interesa releer aquella gloriosa grabación de don Eduardo aquí teneis el documento.
Yo sigo sin entender, de todas formas, qué tipo de cena se puede «celebrar» en un ministerio con un Pollo entero y harina, o con pescadilla y chicles… No soy capaz de imaginarme al subsecretario de estado con el libro de Simone Ortega abierto encima de la mesa y el delantal puesto…
En fin. Me quedaré con la duda de cómo utilizaban estas compras.
Sin embargo, la curiosidad me puede: ¿¿¿¿qué narices deben ser las Pistolas Precocidas, que parece que tanto le gustaban a Zaplana????