Hay algunas contradicciones interesantes en la vida. Una de ellas me absorve últimamente: escoger es renunciar.
Centrarse es la única forma de avanzar. Aquello que admiramos está, casi siempre, lleno de esfuerzo y renuncia.
Aunque en realidad, no se trata de un esfuerzo real: se trata de una elección consciente a favor del viento. Navegar con viento en contra cuesta mucho, pero navegar con viento favorable hace que el viaje sea un placer.
Leo:
<< Cuando uno hace lo que ama, le brillan los ojos, su vida es afortunada, plena, llena de alegría y de energía. Uno se siente contento, satisfecho y entusiasmado.
Cuando vives de acuerdo con tus valores, sientes que tienes una vida plena y que tú, como persona, gozas de esa plenitud.
Todos poseemos algún talento, habilidad o don especial, algo que hacemos mejor que ninguna otra persona. Con frecuencia ni siquiera nos damos cuenta de su existencia porque es tan natural que forma parte de nosotros. Tendemos a creer que, puesto que para nosotros es tarea fácil, para los demás también debe de serlo. No es exactamente así. Nos gusta pensar que el trabajo es arduo, que si no lo hacemos con el sudor de nuestra frente, no merecemos que nos paguen por él. Una vez más, no es así.
De hecho suele ser lo contrario: la gente que gana mayor cantidad de dinero ama su trabajo y posee una cierta habilidad instintiva para hacerlo, habilidad que ha desarrollado y perfeccionado.
Hay mucha energía en el mundo, y puedes vivir a favor o en oposición a ella. Tu escoges. Si tu trabajo te resulta tan difícil que te pesa sobremanera, es probable que no sea el adecuado para tí. cuando lo es, te gusta hacerlo por más difícil que sea. >>
Creo que ahí hay algo de valor. Tendemos a creer que hay gente mucho mejor que nosotros en todo. Y casi seguro que es cierto. Pero eso nos esconde que hay cosas en las que somos mejores que la mayoría, que nos gusta hacer y en las que fácilmente destacamos o creemos destacar. Ir en esa dirección es lo que puede diferenciar una vida feliz de una poco llena.
Pau Gasol ama jugar al basquet, y además lo hace mejor que la mayoría de los que le rodean.
Fernando Alonso adora conducir. Lo lleva haciendo desde que tenía 3 años y lo hace mejor que la mayor parte de los humanos.
Posando los ojos alrededor, mirando a gente que conozco, me doy cuenta de que esta mirada tiene sentido.