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La lucha que no cesa.

Todavía no había escrito nada de los resultados de las elecciones autonómicas, y no porque no haya hecho, como todo el mundo, mi propio proceso de asimilación, reflexión y análisis de los resultados, sinó porque creo que determinadas cosas hay que dejarlas reposar un poco. Leer mucho, escuchar más, poner en perspectiva… Y tampoco voy a escribir mucho del resultado de las elecciones en este post. No es lo que más me interesa ahora.

Llevo días leyendo muchas opiniones. Muchas de personas de fuera del PSC, pero que intentan aportar un análisis más o menos neutral. También estoy leyendo muchas opiniones de personas que pertenecen o dan abiertamente soporte a nuestros adversarios políticos de uno y otro signo. En muchos casos, las que provienen de nuestra derecha están teñidas de una soberbia y un «darleccionismo» que el tiempo sabrá poner en su lugar. Sólo recordarles que las victorias tienen muchos padres y las derrotas son huérfanas. Que disfruten de la paternidad, pues.

En muchos otros casos, las críticas que provienen de nuestra izquierda parecen no haberse enterado de que las razones de esta derrota de la izquierda, en Cataluña, pero también en muchos otros lugares de Europa, supera la coyuntura de estas elecciones y sorprendentemente, pasadas las elecciones y olvidando la catástrofe han encontrado su catársis en apuntar a Zapatero en un continuo esfuerzo de reafirmación que bien parece que busca evitar el debate interno. Quiero pensar que internamente se está produciendo algun debate. Estoy casi seguro de que así es.

Pero sinceramente creo que lo que le pasa a la izquierda tiene mucho más que ver con que el mundo está cambiando profundamente y nos encontramos ante un cambio de era para el que no sirven las antiguas recetas que realmente con los resultados de nuestra gestión en los diferentes ámbitos de responsabilidad que hemos ocupado.

Guste o no guste a la izquierda (toda ella, con sus diferentes matices), las opciones de derechas, han venido ganando las diferentes contiendas electorales en Europa desde hace prácticamente 4 años. Francia hace ya tiempo, Alemania, Holanda, Reino Unido, Italia (de forma flagrante), o la tan admirada socialdemocracia de Suecia. España y Portugal son, de momento la excepción, aunque no es necesario repetir las enormes dificultades con las que se estan encontrando en la toma de decisiones, que a menudo parecen más condicionadas por la opinión de cualquier agencia de calificación que por nuestra hota de ruta ideológica.

Incluso la magia i la ilusión que había despertado Obama a nivel global, parece haberse desvanecido en cuestión de meses.

Algo nos debe estar pasando a los que siempre hemos creído en la redistribución a gran escala, en la universalización de los servicios públicos, en la cohesión social y la integración, en la sostenibilidad, etc… si quienes tienen que dar soporte a nuestras propuestas, el pueblo soberano, país a país nos da la espalda. Y cada vez más creo que lo que menos nos conviene es mantenernos en una actitud de «Sostenella y no enmendalla», porque la ciudadania, que lanza mensajes claros en forma de votos en las urnas, no nos lo perdonaría. Y es que lo malo no es equivocarse, sino permanecer en el error. Aunque lo dramático es seguir en él a sabiendas.

También estoy leyendo, evidentemente, muchas opiniones de mis compañeros. De militantes y simpatizantes de la gran familia del PSC, con muy diversos grados de responsabilidad, orgánica y política. Y escucho algunas cosas que comienzan a gustarme. Y también, porqué no decirlo, muchas otras que no y que creo que se centran en aspectos anecdóticos o tangenciales de lo que debería preocuparnos realmente.

Hoy en el Consejo de Federación del PSC del Vallés Oriental han habido más intervenciones de las que yo recuerdo en ningún otro Consejo de Federación. Si no recuerdo mal, unas 20.Y en el Consell Nacional del pasado domingo llegó a haber 46 intervenciones.

Como bien ha dicho mi amigo Juanma Segovia, la lástima es que esto sólo suceda cuando las cosas van mal, y en cambio, cuando las cosas van bien las unanimidades son la norma y nadie se atreve a mostrar abiertamente sus desacuerdos, primero porque la propia organización no está seguramente preparada para recibirlos en momentos de euforia (nadie da crédito a quienes muestran sus desacuerdos con el juego del Barça cuando acumula 5-0 a cada partido jugado) y segundo porque las responsabilidades de gestión seguramente nos hacen olvidar que la reinvención comienza cada día.

Nuestros valores, nuestros ideales estan intactos. Se transpira en cada intervención de las que he podido escuchar. Pero necesitamos profundizar en qué significan esos valores en nuestros días. En qué se concreta hoy la justicia social. En qué se concretan hoy la igualdad, la libertad o la cohesión social. Probablemente aquello en lo que hemos sido buenos tradicionalmente ya no nos sirve o debe ser reconducido, siempre al servicio de los valores que defendemos. Y a juzgar por los resultados, no lo hemos sabido hacer suficientemente o en la forma en la que la mayoría social que sí lo hizo en otras ocasiones lo haya podido percibir recientemente.

Acabo con 2 documentos que me parecen significativos .

El primero, la declaración que ayer aprobó el Consejo de Federación del Camp de Tarragona. Y que creo que recoge bien el punto de partida. Sorprendentemente esa misma declaración podría haberse firmado hoy en el Vallés Oriental, aun cuando nada han tenido que ver los dos Consejos de Federación.

Una sinopsis que encuentro especialmente acertada (de Ramón González Férriz) del libro de Tony Judt «Algo va mal», en la web de la revista letraslibres.com, una obra que recomiendo leer con detenimiento, aunque sólo sea porque ya no podremos leer nada nuevo del lúcido Judt.

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Blog de Pere Rodriguez