Categorías
Sin categoría

Centenario del nacimiento de Miguel Hernández

Hubiera cumplido 100 hace unos días.

Miro a mi hija, releo las Nanas de la cebolla y no puedo evitar que se me salten las lágrimas.

En diciembre de 1937 nace su primer hijo, Manuel Ramón, que muere a los pocos meses y a quien está dedicado el poema Hijo de la luz y de la sombra y otros recogidos en el Cancionero y romancero de ausencias, y en enero de 1939 nace el segundo, Manuel Miguel, a quien dedicó estas Nanas de la cebolla.

Hora de releer su biografía y su poesía para no olvidar dónde está el faro que nos dirige, por lo que todo esto tiene sentido y lo que nunca más puede ni debe volver a pasar en este país. Ni en ninguno.

NANAS DE LA CEBOLLA

( Dedicadas a su hijo, a raíz de recibir una carta de su mujer,

en la que le decía que no comía más que pan: y cebolla)



La cebolla es escarcha

cerrada y pobre.

Escarcha de tus días

y de mis noches.

Hambre y cebolla,

hielo negro y escarcha

grande y redonda.



En la cuna del hambre

mi niño estaba.

Con sangre de cebolla

se amamantaba.

Pero tu sangre,

escarchada de azúcar,

cebolla y hambre.



Una mujer morena

resuelta en luna

se derrama hilo a hilo

sobre la cuna.

Ríete, niño,

que te traigo la luna

cuando es preciso.



Alondra de mi casa,

ríete mucho.

Es tu risa en tus ojos

la luz del mundo.

Ríete tanto

que mi alma al oírte

bata el espacio.



Tu risa me hace libre,

me pone alas.

Soledades me quita,

cárcel me arranca.

Boca que vuela,

corazón que en tus labios

relampaguea.



Es tu risa la espada

más victoriosa,

vencedor de las flores

y las alondras

Rival del sol.

Porvenir de mis huesos

y de mi amor.



La carne aleteante,

súbito el párpado,

el vivir como nunca

coloreado.

¡Cuánto jilguero

se remonta, aletea,

desde tu cuerpo!



Desperté de ser niño:

nunca despiertes.

Triste llevo la boca:

ríete siempre.

Siempre en la cuna,

defendiendo la risa

pluma por pluma.



Ser de vuelo tan lato,

tan extendido,

que tu carne es el cielo

recién nacido.

¡Si yo pudiera

remontarme al origen

de tu carrera!



Al octavo mes ríes

con cinco azahares.

Con cinco diminutas

ferocidades.

Con cinco dientes

como cinco jazmines

adolescentes.



Frontera de los besos

serán mañana,

cuando en la dentadura

sientas un arma.

Sientas un fuego

correr dientes abajo

buscando el centro.



Vuela niño en la doble

luna del pecho:

él, triste de cebolla,

tú, satisfecho.

No te derrumbes.

No sepas lo que pasa ni

lo que ocurre.

Blog de Pere Rodriguez